12/9/10

Toy Story 3 (2010)

Es curioso que empiece a escribir de una película partiendo no por la primera entrega, sino que por la tercera parte. Pero existe una razón que explica el misterio de esta elección: estaba buscando una película más reciente para contrastar las clásicas, que poco a poco iban amenzando con ser lo único que escribía. Eso si, tengan en cuenta, que probablemente la próxima analice una de esa categoría, debido a determinada razón.

Toy Story seguramente es una saga conocidísima por todo el mundo. Son films divertidos que van mucho más allá de lo que podemos ver en la pantalla, como Pixar suele hacerlo (trataré que la próxima cinta animada no sea de esta compañía). En el caso de esta película, reconozco que existían momentos en que no quería que la acción terminara, pues son personajes muy entrañables los que presenta y también porque..., me mataba de risa. Pero bueno, vamos a lo que nos importa.

Andy tiene dieciocho años. Pronto dejará su casa y sus amados juguetes (los que quedan) que pasan la vida encerrados en un baúl. Woody (Tom Hanks) y sus amigos desean únicamente que vuelvan a jugar con ellos..., oportunidad que les llegará cuando accidentalmente sean enviados a una guardería, un lugar que no es lo que aparenta.

Esta obra maestra de la animación, dirigida por Lee Unkrich, destaca por muchas cosas. En primer lugar lo que salta a la vista, y una de las mejores cosas, es volver a ver a los antiguos personajes, tan carismáticos y divertidos, que todavía no pasan de moda. A ellos se les unen otros nuevos, muy destacables y complejos algunos de ellos, como Lotso, un oso de peluche muy especial, ya que es un personaje que da para reflexionar.

Algo que Toy Story 3  sabe hacer es manejar las emociones. Es capaz de ir desde la risa (que no falta en casi ningún momento), pasando por el suspenso, hasta la nostalgia. El manejo que hace con ellas, en conjunto con la potencia del guión crean una historia única, fuerte y que vuelve a colocar a Pixar en la cima de la animación. No es una historia superficial. Es una historia que reflexiona sobre la madurez; crecer, abandonar etapas para acoger a otras, y la dificultad que acaerrea eso, ingeniosamente visto desde los juguetes, que puede que también necesiten madurar.

Esta es una película que le gustará a toda la familia por su ingeniosa maestría, su profundidad en los personajes, situaciones y obviamente, por su chistes. Muy buena,. Una película totalmente posible para verla con amigos, aunque los que se junten tengan 99 años.

La imagen del director es un recorte que saqué de Wikimedia Commons, perteneciente a Nicolas Genin.

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